domingo, 7 de fevereiro de 2010

CAPERUCITA ROJA /CHAPEUZINHO VERMELHO


        Olá! Talvez seja o  mais conhecido dos contos, não é? Parece mágico, pois toda criança gosta dele. 
        Sabia que existem várias versões para esse conto?
        Aqui está uma delas, a dos irmãos Grimm. Como já conhece a história desde sempre, veja o que esta versão tem de diferente, o que é novidade para você. Eu a traduzi do Espanhol, para que possa tê-la em dois idiomas. 
                                     Marciano Vasques

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CAPERUCITA ROJA 

Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: “Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, “Buenos días”, ah, y no andes curioseando por todo el aposento.”


“No te preocupes, haré bien todo”, dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente. La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia él. “Buenos días, Caperucita Roja,” dijo el lobo. “Buenos días, amable lobo.” - “¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?” - “A casa de mi abuelita.” - “¿Y qué llevas en esa canasta?” - “Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse.” - “¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?” - “Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto,” contestó inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo: “¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito - y será más sabroso que esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente.” Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le dijo: “Mira Caperucita Roja, que lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque está lleno de maravillas.”


Caperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: “Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora.” Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y tocó a la puerta. “¿Quién es?” preguntó la abuelita. “Caperucita Roja,” contestó el lobo. “Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor.” - “Mueve la cerradura y abre tú,” gritó la abuelita, “estoy muy débil y no me puedo levantar.” El lobo movió la cerradura, abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la tragó. Y enseguida se puso ropa de ella, se colocó un gorro, se metió en la cama y cerró las cortinas.

Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita.” Entonces gritó: “¡Buenos días!”, pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las cortinas. Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una apariencia muy extraña. “¡!Oh, abuelita!” dijo, “qué orejas tan grandes que tienes.” - “Es para oírte mejor, mi niña,” fue la respuesta. “Pero abuelita, qué ojos tan grandes que tienes.” - “Son para verte mejor, querida.” - “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.” - “Para abrazarte mejor.” - “Y qué boca tan grande que tienes.” - “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.

Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes ronquidos y pensó, ¡Cómo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingresó al dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí. “¡Así que te encuentro aquí, viejo pecador!” dijo él.”¡Hacía tiempo que te buscaba!” Y ya se disponía a disparar su arma contra él, cuando pensó que el lobo podría haber devorado a la viejita y que aún podría ser salvada, por lo que decidió no disparar. En su lugar tomó unas tijeras y empezó a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto había hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y la pequeña Caperucita Roja salió rapidísimo, gritando: “¡Qué asustada que estuve, qué oscuro que está ahí dentro del lobo!”, y enseguida salió también la abuelita, vivita, pero que casi no podía respirar. Rápidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despertó, quizo correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soportó el esfuerzo y cayó muerto
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Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: “Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer.”





CHAPEUZINHO VERMELHO

Era uma vez uma adorável menina  amada por todos que a conheciam, sobretudo pela sua vovozinha. E não restava nada que ela não houvesse dado a menina. Uma vez a presenteou com um pequeno capuz, um  gorro vermelho, que lhe caia tão bem que a menina nunca queria usar outra coisa, por isso começaram a chamá-la de Chapeuzinho Vermelho. Um dia sua mãe lhe disse: "Venha, Chapeuzinho Vermelho! Aqui tenho um bolo e uma garrafa de vinho, leve-os nesta cestinha para a tua vovozinha, que está doentinha e fraca e isto a ajudará. Vá agora cedo, antes que esquente o dia, e no caminho, ande calmamente e com cuidado, não te afaste da rota, não vá cair e quebrar a garrafa, de modo que não fique nada para tua vovozinha. E quando entrares em seu quarto, não esqueça de dizer: "Bom dia!", ah, e não andes bisbilhotando por todo o quarto.

"Não te preocupes, farei tudo certo", disse Chapeuzinho Vermelho. Pegou as coisas e se despediu carinhosamente. A vovozinha vivia no bosque, a um quarto de milha de sua casa. Nem bem havia entrado Chapeuzinho Vermelho na floresta, sempre dentro do caminho, quando encontrou um lobo. Chapeuzinho Vermelho não sabia que esta criatura pudesse causar algum dano, e não teve nenhum medo dela. "Bom dia, Chapeuzinho Vermelho." , disse o lobo. "Bom dia, amável lobo!" - "O que levas nesta cestinha?" - "Bolo e vinho. Ontem foi dia de assar no forno, assim minha pobre vovozinha terá algo bom para fortalecer-se" - "E onde vive tua vovozinha, Chapeuzinho?" - " Um quarto de milha adentrando na floresta. Sua casa está sob três grandes carvalhos, ao lado de umas aveleiras. Com certeza já a terá visto, " Respondeu, inocentemente, Chapeuzinho Vermelho". O lobo disse a si mesmo em silêncio: " Que criatura tão terna! Que bom lanchinho - e será mais saboroso que a velhinha. Assim, devo agir com delicadeza para obter a ambas facilmente." . Então, acompanhou a Chapeuzinho Vermelho num pequeno trecho do caminho e logo lhe disse: "Veja, Chapeuzinho Vermelho, que lindas flores! Podem ser vistas lá adiante. Por que não vais e recolhe algumas? E creio também que não reparaste na doçura do canto dos passarinhos. É que vais tão concentrada no caminho como se fosses para a escola, enquanto todo o bosque está repleto de maravilhas."


Chapeuzinho Vermelho ergueu os olhos, e quando viu os raios do sol dançando aqui e acolá, entre as árvores, e viu as belas flores e o canto dos pássaros, pensou: "Suponho que poderia levar uma dessas flores frescas para a minha vovozinha, que ficará encantada. Além disso, ainda é muito cedo, e não terá problema se me atraso um pouquinho, sempre chegarei na hora". E assim, ela saiu do caminho e foi cortar flores. E quando cortava uma, via outra mais bonita, e outra e outra, e sem dar-se conta foi entrando na floresta. Entretanto, o lobo aproveitou o tempo. Correu direto para a casa da vovozinha e bateu à porta. "Quem é?" Perguntou a vovozinha. "Chapeuzinho Vermelho", respondeu o lobo. "Trago bolo e vinho. Abra-me, por favor." - " Vire a trava e abre tu. ", gritou a vovozinha, "Estou muito fraca e não posso me levantar". O lobo moveu a trava, abriu a porta, e sem dizer uma palavra mais, foi direto à cama da vovozinha e de um só bocado a engoliu. Em seguida pôs a roupa dela, colocou um gorro, se enfiou na cama e fechou as cortinas.
Entretanto, Chapeuzinho Vermelho ficara colhendo flores, e quando viu que tinha tantas que já não podia levar mais,  lembrou da vovozinha e se pôs no caminho até ela. Quando chegou, ficou surpresa ao encontrar a porta aberta, e ao entrar na casa, sentiu um estranho pressentimento, e disse consigo: "Oh Deus! como me sinto desconfortável hoje, e nas outras vezes gostei tanto de estar com a vovozinha." Então gritou: "Bom dia!", porém não houve resposta, e assim foi ao quarto e abriu as cortinas. Lá parecia estar a vovozinha com seu gorro cobrindo-lhe toda a face, e com uma aparência muito estranha. "Oh, vovozinha!", disse. "Que orelhas tão grandes tens" - É para melhor te ouvir, minha menina", foi a resposta. "Vovozinha! Que olhos tão grandes tens"- "São para te ver melhor, querida" - " Vovozinha! Que braços tão grandes tens." - "Para te abraçar melhor." - "E que boca grande tens." - "Para te comer melhor." E nem havia terminado de dizer isso, quando de um salto pulou da cama e engoliu também a Chapeuzinho Vermelho.

Então o lobo decidiu tirar um cochilo e voltou a se estirar na cama, e uma vez adormecido, começou a roncar fortemente. Um caçador que por acaso passava nesse momento por ali, escutou os fortes roncos e pensou: "Como ronca essa velhinha! Vou ver se necessita alguma ajuda. Então entrou no quarto, e quando se aproximou da cama viu o lobo estirado nela. "Então eu te encontro aqui, velho pecador!" , disse. "Fazia tempo que te procurava!". E já se dispunha a disparar sua arma contra ele, quando pensou que o lobo pudesse ter devorado a velhinha e que ainda poderia ser salva, pelo que decidiu não disparar. Em vez disso, pegou uma tesoura e começou a cortar a barriga do lobo adormecido. Enquanto fazia dois cortes, viu brilhar um gorrinho vermelho, então fez mais dois cortes e a pequena Chapeuzinho Vermelho saiu rapidinho, gritando: "Que assustada que estive! Que escuro que é dentro do lobo!" , e em seguida saiu também a vovozinha, vivinha, porém quase sem poder respirar. Rapidamente, Chapeuzinho Vermelho trouxe muitas pedras com as quais encheram a barriga do lobo. E quando o lobo despertou, quis correr e ir para longe, porém as pedras estavam tão pesadas que não suportou o esforço e caiu morto.
As três pessoas se sentiram felizes. O caçador tirou a pele do lobo e a levou para a sua casa. A vovozinha comeu o bolo e bebeu o vinho que lhe trouxera Chapeuzinho Vermelho e se reanimou. Porém Chapeuzinho Vermelho apenas pensou : "Enquanto viver, nunca me retirarei do caminho para penetrar na floresta, coisa que minha mãe já havia me proibido."
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Versão em Português, traduzido do Espanhol: Marciano Vasques 
CLÁSSICOS CONTOS INFANTIS - 1


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