domingo, 14 de fevereiro de 2010

CENICENTA/CINDERELA

 CENICENTA
 CENICENTA
Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban Cenicienta.estrella
Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.
- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos. Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.
- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su hada madrina.
- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.
La llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.
En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.   
Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado.
Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.estrella
Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto.
Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices.
. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.
- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina.    estrella
- No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven.
La llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.
En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce.
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.   
Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado.
Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.
Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto.
Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices.


CINDERELA
CINDERELA


Era uma vez uma jovem muito bela que não tinha pais, mas uma madrasta, uma viúva impertinente com duas filhas, cada qual mais feia do que a outra. Era ela que fazia os trabalhos mais duros de casa e como seus vestidos estavam sempre tão manchados de cinza, todos a chamavam de Gata Borralheira,
Um dia, o príncipe daquele país anunciou que ia dar um grande baile ao qual convidava todas as jovens solteiras do reino.
- Tu, Gata Borralheira, não irás! - disse a madrasta. Ficarás em casa esfregando o piso e preparando a janta para quando voltarmos.
Chegou o dia do baile, e a Gata Borralheira, desgostosa, viu partir as suas irmãs, até ao palácio real. Quando se encontrou sozinha na cozinha, não pode conter os seus soluços.
- Por que sou tão infeliz? - exclamou. De imediato apareceu a sua fada madrinha.
- Não te preocupes - exclamou a fada madrinha. Tu também poderás ir ao baile, porém com uma condição. Quando o relógio do palácio soar as doze badaladas, terás que regressar sem falta. E tocando-a com a varinha de condão, a transformou numa encantadora jovem.

A chegada de Cinderela ao palácio causou profunda admiração. Ao entrar no salão de baile, o príncipe ficou tão fascinando por sua beleza que bailou com ela a noite toda. Suas irmãs não a reconheceram e perguntaram quem seria aquela jovem.
Em meio de tanta felicidade, Cinderela ouviu tocar as doze badaladas.
- Oh, meu Deus! Tenho que ir-me! - exclamou - Feito um relâmpago, atravessou a sala, desceu a escada e em sua fuga perdeu um sapato, que o príncipe recolheu admirado.
Para encontrar a bela jovem, o príncipe idealizou um plano. Casaria - se com aquela que pudesse calçar o sapato.
Enviou todos os seus emissários a percorrerem o reino. As donzelas o provavam em vão, pois não havia nenhuma em que o sapato cabia.
Finalmente chegaram à casa de Cinderela, e logicamente suas irmãs não conseguiram calçar o sapatinho, porém quando o puseram em Cinderela viram com surpresa que nela ficara perfeito.
E então aconteceu que o príncipe com ela se casou e viveram felizes para sempre.

Tradução do Espanhol: Marciano Vasques

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